Subscribe:

martes, 21 de febrero de 2012

La Tregua


Autor: Mario Benedetti
Año de publicación: 1960
Género: Novela, Cotidiano
Editorial: Planeta
Edición: 2006

Vista previa: Google Books
Calificación★ ★ ★ ★ ★

Martín Santomé, viudo desde hace poco más de 20 años, se prepara para su jubilación. Comienza a escribir un diario haciendo en parte planes o cavilaciones para su futuro ocio y en parte un recuento de su vida hasta el momento. Su vida rutinaria es interrumpida por un inesperado romance y de a poco se van disipando algunos temores sobre el futuro, regresa parte de su pasión por vivir y todo comienza a parecer mejor. Sin embargo, un inesperado suceso hace de ese momento de felicidad una tregua del tedio y de la oscuridad en la que volverá a sumergirse Santomé.

Leí este libro por insistencia de mi hermana, quién me lo recomienda desde hace casi un año, y por la casualidad que lo puso en mi camino. La curiosidad me hizo tomarlo y comenzar a leerlo y luego simplemente no pude parar. Por alguna extraña razón no sospechaba que Benedetti escribiera tan bien ni mucho menos que pudiera hacer de la cotidianidad algo tan interesante y digno de leer. La verdad es que no era muy afín a la literatura latinoamericana, hasta que entre el año pasado y este año he descubierto a una infinidad de autores interesantísimos. Lo que pasa es que en ocasiones creo que los autores latinos escriben sobre un mundo que no es el mío ni el de mi generación: me siento más identificada con el miedo futurista de la ciencia ficción que con el realismo mágico de García Márquez, por ejemplo. Pero la identificación con autores latinoamericanos más viejos suele ir por otro lado, por un lado más introspectivo. Quizás el mundo en que vivió María Luisa Bombal ya no sea el mío, pero sus dudas, temores y pasiones sí que lo son.

Perdón por el desliz. Regresando a La Tregua, he quedado maravillada por la maestría del autor,  quién ha descrito a los personajes de manera preciosa; uno siente que es capaz de visualizarlos y hasta comprenderlos. Y así también las emociones del protagonista. Pero más allá de eso no es mucho lo que pueda decirles sobre la narración: al ser una novela sobre la vida cotidiana de un personaje, los acontecimientos no son nada fuera de lo común. Lo interesante radica en el mensaje que esta obra entrega y es ahí donde quiero concentrarme.


Espero no ser la única que con la lectura de La Tregua sentí una profunda indignación con nuestro sistema de organización social. ¿Es eso la vida? ¿Trabajar, trabajar, para luego sentarnos a descansar, cuando nuestro cuerpo ya no nos acompaña y mucho menos las ganas? Para mí el libro fue justamente un llamado a no caer en ese ciclo rutinario, a tener la voluntad de decir "¡Basta!". Basta a la rutina, basta a las excusas, basta al conformismo, basta a la mediocridad y, sobre todo, basta a la mesura, que muchas veces controla impulsos que deberían ser expuestos en el mismo instante en que se sienten. Creo que en muchos momentos sentí ganas de sacudir a Santomé y de gritarle que dejara de aplazar todo. Y en parte es un grito para mí misma. 


El romance entre Santomé y Avellaneda me emocionó, pero como ya mencioné siento que puse el eje central del libro en esa "crítica" al modus operandi de nuestra sociedad (por eso hay que leer los libros muchas veces en la vida: según las circunstancias siempre te quedarás con algo diferente). Hace un tiempo salió en las noticias que en Alemania querían prohibir los besos en el trabajo y al leer este libro evoqué eso: en lugar de opacar las relaciones humanas, ¿no se deberían enfatizar? En lugar de promover salas cuna, ¿no se deberían disminuir las jornadas laborales para que la familia pueda estar más tiempo junta? Salomé lo expresó muy bien, cuando dijo que en su trabajo no se daba un ambiente propicio para relacionarse con la gente. Lo peor es que trabajos como los de él ahora son mucho más abundantes y al final parece que todo el mundo va a terminar encerrado en cubículos, contando los días para su jubilación o para un superficial acenso.


La Tregua es un libro recomendable, pero creo que hay que evitar quedarse "atascado" en la historia de amor. Por muy romántica que sea esta novela, su perpetuidad se la gana aquel otro lado...

Para finalizar quiero dejarles una cita que amé:

"Para un futbolista, el máximo significa llegar un día a integrar el combinado nacional; para un místico, comunicarse alguna vez con su Dios; para un sentimental, hallar en alguna ocasión en otro ser el verdadero eco de sus sentimientos. Para esta pobre gente, en cambio, el máximo es llegar a sentarse en los butacones directoriales, experimentar la sensación (que para otros sería tan incómoda) de que algunos destinos están en sus manos, hacerse la ilusión de que resuelven, de que disponen, de que son alguien. Hoy, sin embargo, cuando yo los miraba, no podía hallarles en la cara de Alguien sino de Algo. Me parecen Cosas, no Personas. Pero ¿qué les pareceré yo? Un imbécil, un incapaz, o una piltrafa que se atrevió a rechazar una oferta del Olimpo. Una vez, hace muchos años, le oí decir al más viejo de ellos: “El gran error de algunos hombres de comercio es tratar a sus empleados como si fueran seres humanos.” Nunca me olvidé ni me olvidaré de esa frasecita, sencillamente porque no la puedo perdonar. No sólo en mi nombre, sino en nombre de todo el género humano. Ahora siento la fuerte tentación de dar vuelta la frase y pensar: “El gran error de algunos empleados es tratar a sus patrones como si fueran personas.” Pero me resisto a esa tentación. Son personas. No lo parecen, pero son. Y personas dignas de una odiosa piedad, de las más infamante de las piedades, porque la verdad es que se forman una cáscara de orgullo, un repugnante empaque, una sólida hipocresía, pero en el fondo son huecos. Asquerosos y huecos. Y padecen la más horrible variante de la soledad: la soledad del que ni siquiera se tiene a sí mismo" (177).



Involución


Titulo original: Devolution
Autor: Edmond Hamilton
Año de publicación: 1936
Género: Ciencia ficción
Editorial: Ediciones B
Edición: 2007 publicado en Obras maestras :la mejor ciencia ficción del siglo XX, compilación hecha por Orson Scott Card.
Vista Previa: No Disponible.
Clasificación★ ★ ★ ★ 


Involución es un relato escrito por Edmond Hamilton y publicado en 1936. Isaac Asimov lo catalogó entre los tres relatos que no olvidó desde su adolescencia [1]. La historia comienza cuando Ross lleva a sus dos amigos biólogos, Gray y Woodin, al norte de Quebec en busca de unas extrañas criaturas. Estas fueron divisadas por Ross cuando piloteaba una nave en el sector. Las describe como "grandes y brillantes, como montones deslumbrantes de gelatina" (141). Semejante definición desata el interés de sus amigos por descubrir de que clase de criatura se puede tratar. Para su desgracia, no tardarán en descubrirlo...

En adelante, es posible que te encuentres con spoilers. Si no has leído este cuento y no deseas leer adelantos de la trama, no sigas leyendo.

En Involución unos extraños seres, parecidos a las primeras formas de vida en el planeta, llegan a la Tierra en busca de sus colonizadores. Al no encontrarlos, leen la mente de un humano para darse cuenta que nosotros somos la involución de su especie. Woodin es un biológo que cree fervientemente en la superioridad del hombre. Ante semejante revelación, opta por el suicidio.

En el relato de Edmond Hamilton pueden verse de manera clara dos constantes en nuestra sociedad: la creencia de que inevitablemente somos seres superiores y la falsa seguridad científica, que clasifica como verdades aquellas que sólo son teorías. Ambas ideas se personifican en Woodin, quien suele afirmar con excesiva seguridad que los seres protoplasmáticos y unicelulares fueron los "burdos y humildes comienzos de nuestra vida" (142).

Pese a que este cuento fue publicado en 1936 su contenido es tan vigente que su lectura se hace necesaria. La ciencia cada vez cobra más fuerza frente a una sociedad ignorante que toma todo argumento científico como verdadero, siendo que las disciplinas científicas están en constante corrección. Involución nos recuerda que la ciencia no necesariamente maneja la verdad y así como le sucede a los historiadores, los científicos pueden equivocarse en la interpretación de los datos.

El cuento de Hamilton también nos invita a mirar con un poco más de respeto los otros organismos que conviven con nosotros en el planeta. Al fin y al cabo el hecho de que seamos humanos no nos hace necesariamente superiores: todo depende del punto de vista en que examinemos cada especie. Algunos árboles, como el Pinus Longaeva, tienen miles de años. Una bacteria encontrada en un cristal de sal sobrevivió por 250 millones de años [2]. Las hormigas pueden levantar 20 veces su propio peso y el escarabajo rinoceronte puede soportar hasta 30 veces su propio peso [3]. Según varios estudios recientes ni siquiera somos la única especie capaz de crear cultura, lenguaje o de sentir empatía [4].

Nos jactamos de ser capaces de crear literatura, descubrir el mundo mediante las ciencias, de analizar nuestros propios actos... ¿Pero de qué sirve todo esto si ni siquiera mejoramos nuestra calidad de vida? Vivimos más tiempo, pero también trabajamos más y tenemos menos tiempo para el ocio, menos tiempo para nuestras familias y, en resumidas cuentas, menos tiempo para vivir de verdad.

Involución es un cuento que nos lleva a reflexionar con respecto a la altanería humana y, al mismo tiempo, a plantearnos otras posibilidades. Abrirnos, por ejemplo, a la idea de que las ciencias no son precisamente exactas. Considerar que quizás en un universo (o más de uno) tan enorme, casi infinito, podrían existir especies inteligentes y tal vez mucho más inteligentes que nosotros mismos. Como todo buen cuento de ciencia ficción, al terminar de leer la historia de Hamilton nos queda la sensación de que las posibilidades pueden ser muchísimo más grandes de las que imaginamos.
  • [1] Asimov, Isaac. La edad de oro de la ciencia ficción. Barcelona: Orbis, 1986. Versión digital, página 89.

lunes, 20 de febrero de 2012

El mundo de los fanfictions


Cuando comencé a leer Harry Potter recién se había publicado El cáliz de fuego, que es el cuarto libro de la saga. Mientras esperaba la quinta entrega, descubrí el mundo de los fanfiction. Al principio, sólo eran lecturas para pasar el rato. Era una forma de seguir participando del universo de Harry Potter, pero de manera extra oficial. Sin embargo, a medida que leía iba descubriendo historias tan o más buenas como los libros de Rowling. Yo misma terminé escribiendo varias historias basadas en el universo de dicha autora. Fueron los fanfiction los que me insertaron de lleno en el mundo de la escritura y justamente por eso quiero dedicar una entrada a explicar el riquísimo universo de estas historias.

Los fanfiction (también llamados fanfics o fics) son escritos de fanáticos, que se basan en el universo y/o personajes creados por cierto autor. Pueden ser historias basadas en novelas, películas, series, dibujos animados, etc. El continuar historias, modificarlas o utilizar los mundos creados por otros autores ha sido una práctica habitual en la historia de la literatura; la diferencia radica en que los fanfiction son escritos publicados sin fines de lucro. Si Las nieblas de Avalón de Marion Zimmer Bradley o Candomblé, caipirinha y Sherlock Holmes de Jô Soares hubieran sido publicados de manera gratuita en internet, no tendrían mucha diferencia con los fanfiction. Ni siquiera la calidad artística, pues muchos fics pueden llegar a ser incluso mejores que las obras originales.

El principal atractivo de los fanfiction es que puedes escribir (o leer) situaciones que no se dan en la obra original, pero que te gustaría que sucedieran. Una novela dramática perfectamente puede convertirse en una comedia. Un libro juvenil no contiene escenas eróticas, pero existen fanfiction para mayores que sí pueden contenerlas (rated M +16 o rated MA +18). Aún más alocado, es mezclar universos: ¿qué pasaría si los personajes de El señor de los anillos se encontrarán con los de Harry Potter? Muchos fanfics responden de diversas maneras a esa pregunta.

Personalmente, adoro los fanfiction. Me gusta la idea de que quiénes publican estas historias lo hagan por pasión. Es decir, se trata de personas que saben que sus escritos no serán famosos, saben que no ganarán dinero y ni siquiera saben si alguien los leerá… Pero aún así persisten, publicando capítulo tras capítulo libros enteros. También creo que los fanfics pueden llegar a complementar la obra original, ya sea explicando situaciones que los autores no explicaron o ahondando en la psicología de los personajes. E incluso sirven para alimentar la fantasía: hay escritores que se insertan a sí mismos en mundos imaginarios creados por otros.

Y tú, lector: ¿has escrito o leído fanfictions?

El peso del presente en la Historia


En su libro La historia como conocimientoHenri Irenée Marrou plantea que “la riqueza del conocimiento histórico es directamente proporcional a la de la cultura personal de historiador” [1]. Esto quiere decir que al estudiar el pasado, la interpretación del historiador estará determinada por sí mismo y por el presente en el que se ve inmerso. Y si bien en el siglo XIX se intentó objetivizar la historia, hoy se entiende que la disciplina de estudiar el pasado es subjetiva o, al menos, relativamente objetiva. El hallazgo de fuentes de una época nunca nos dirá todo lo que queremos o necesitamos saber de ella; por lo tanto, el historiador debe completar ciertos vacíos. Un ejemplo de esto es el hallazgo de la llamada Venus de Willendorf: a fines del siglo XIX se la interpretó como un objeto sexual o estereotipo femenino. En la actualidad se plantea que el género es una construcción social y difícilmente una cultura prehistórica tendría la misma percepción de la femineidad que la nuestra [2].

El historiador no busca reconstruir el pasado, porque reconoce que esto sería imposible. Su labor consiste en tratar de hacer inteligible una época y percibir lo que en ella se entendía. Como ya se dijo antes, esto se verá influenciado por el presente. Así también las inquietudes del historiador serán influidas por su propia época y cultura: las temáticas que decida trabajar no serán las mismas para todos los historiadores. Algunos preferirán enfocarse en la historia social, otros en la económica e incluso unos decidirán enfocarse en la microhistoria y relatar un pequeño acontecimiento para reflejar el período estudiado.

“La investigación continúa siempre fecunda. Porque los historiadores no son detectores inertes, porque leen con ojos nuevos los mismos documentos basándose en cuestionarios que se reajustan constantemente” [3]. Estas palabras de George Duby dan cuenta de lo amplio que puede ser el estudio del pasado. Incluso si varios historiadores eligen el mismo tema, pueden abordarlo desde nuevos enfoques o hacerse otras preguntas respecto a al mismo tema o mismas fuentes. Esto permite conocer el pasado de manera mucho más amplia, a diferencia de la Historia del siglo XIX que sólo se enfocaba en acontecimientos políticos y bélicos.

Por todo lo anteriormente explicado, pueden surgir voces que sugieran que la Historia es ficción. Sin embargo, aceptar la subjetividad en la Historia no significa igualarla a la ficción. La primera está basada en explicaciones demostrables a través de fuentes, mientras que la segunda es sólo fruto de la imaginación. El historiador debe poseer rigor metodológico, criticar las fuentes y, si bien no puede ser completamente objetivo, debe ser imparcial. Evitar los juicios de valor y por lo tanto, el peso del presente, porque como dice Duby: “el más sofisticado de los glosarios resultaba insuficiente, pues todos aquellos términos, al ser préstamos de otra lengua, no se ajustaban jamás de manera exacta a la realidad que pretendía reflejar el hombre que los empleaba” [4]. Esto es aplicable tanto al lenguaje, como a la moral; ambos cambiantes según cada cultura.

Pese a las diferencias entre ficción e Historia, esta última puede utilizar a la primera como medio para difundir el conocimiento del pasado. Como Claudio Rolle indica en su ensayo La Ficción, la Conjetura y los Andamiajes de la Historia, la ficción es un excelente método para mostrar el pasado. Es una vía de difusión ventajosa en parte por su claridad al expresar costumbres de antaño y en parte por su lenguaje sencillo que puede llegar a más gente [5]. Hoy en día están muy en boga las novelas históricas, tal como Los pilares de la Tierra de Ken Follet (ambientada en la Inglaterra del siglo XII) o Legión imperial escrita por el historiador Paul Doherty [6]. Este hecho debiera ser aprovechado por los historiadores para acercar la Historia a las personas que no están inmersas en el mundo académico. Al fin y al cabo, el historiador no sólo debe dejarse influir por sus inquietudes al momento de elegir un período a estudiar, sino también en las inquietudes del resto de la sociedad.

El proceso de construcción del conocimiento histórico está, por lo tanto, sujeto al presente o al servicio del mismo. Al momento de elegir un período y temática, el historiador debe buscar comprender el presente para así darle a la Historia una utilidad que vaya más allá del gusto de unos pocos. Por lo tanto, el peso del presente tanto en el historiador como en la Historia estará siempre allí. Esto no debe verse como una desventaja; al contrario, nos permite comprender a cabalidad el pasado, pues cada época se planteará preguntas diferentes en cuanto a lo que pasó, completando nuestra visión.
  • [1] MARROU, Henri Irenée. “La historia como conocimiento”, Madrid: Idea Universitaria, 1999; p. 30.
  • [2] WITCOMBE, Christopher L.C.E. “Venus of Willendorf”, http://arthistoryresources.net/willendorf/. Última visita: 8 de mayo del 2010.
  • [3] DUBY, Georges. “La historia continúa”, Madrid: Debate, 1992; p. 62.
  • [4] Ibid, p. 44.[5] ROLLE, Claudio. “La Ficción, la Conjetura y los Andamiajes de la Historia”, Instituo de Historia Pontificia Universidad Católica Última visita: 8 de mayo del 2010, página 5.
  • [6] Para más títulos de novelas históricas, se puede visitar la página: http://www.novelahistorica.net. Última visita: 10 de mayo del 2010.

sábado, 18 de febrero de 2012

La conquista de América: el problema del Otro


Título original: La conquête de l’Amérique : la question de l’autre
Autor: Tzvetan Todorov
Año de publicación: 1982
Género: Historia
Editorial: Siglo Veintiuno
Edición: 1998, Novena edición en español
Traducción: Flora Botton Burlá
Vista previa:  Google books
Calificación★ ★ ★ ★

La conquista de América es un libro que, como señala su autor, habla del “descubrimiento que el yo hace del otro” (13). Para tratar el tema, Todorov utiliza lo que suele llamarse “historia ejemplar”; esto es, narrar un acontecimiento pasado para enseñar algo que concierne al presente. Este libro, por tanto, busca ejemplificar el encuentro con la Alteridad mediante el descubrimiento de América, que para Todorov es el caso extremo de encuentro con la otredad.

En La conquista de América podemos observar un peculiar trabajo de historiografía: el autor se centra en un acontecimiento —no en largos procesos o estructuras— y se preocupa de personajes, no de sociedades. Todorov está tomando un enfoque propio de la microhistoria. Sin embargo, sus personajes no son los que trata la “historia desde abajo” (que es la que suele estar relacionada con la microhistoria), sino más bien aquellos en los que centraba su interés la historia positivista. Pero esto se justifica: el uso de grandes personajes (como Colón, Cortés, Las Casas, etc) se debe a que ellos dejaron testimonio escrito de sus viajes y por lo tanto sirven para expresar la visión que tuvieron los conquistadores, en general, al llegar al “Nuevo Mundo”. Todorov no busca hacer una historia “desde arriba”, en donde el resto de la sociedad tenga un papel menor. Así como la narración de la conquista de América le sirve para ejemplificar el encuentro con el Otro, la visión de los grandes personajes ilustra la de un período.

Sin embargo, ¿para qué ejemplificar el encuentro con el Otro? ¿Qué importancia tiene esto en la actualidad? Para Tzvetan Todorov, el principal problema que surge al descubrir la Otredad es la incapacidad de comprenderla. Y a su vez, esa incapacidad puede provocar conflictos gravísimos como sucedió en América. Cuando los españoles llegaron, en lugar de ver a los indígenas como sujetos, los “objetizaron” por no ser iguales. Esto provocó un sinnúmero de matanzas y una suerte de esclavitud indígena. Todorov plantea que podemos llegar a ese tipo de extremos al no tratar de comprender al Otro, ya sea que este se presente como extranjero o como una minoría sexual, por mencionar algunos ejemplos. Es por ello que, según el autor, debemos rememorar el pasado y aprender de él.

Esta función moralizante de la historia y del historiador da paso a muchas discusiones. Probablemente, asumir un rol militante —esto es, cuando el historiador asume un compromiso ideológico, ya sea social, político o moral— frente a la historia sea indebido cuando se trata de un estudio enfocado en un pasado que no tiene relación con problemas sociopolíticos actuales. En esos casos, la militancia del historiador pasaría a ser un empeño casi obsesivo por demostrar su tesis y no un estudio al servicio de una causa social. En el caso contrario, cuando se trata de objetos de estudio que tienen directa relación con problemas vigentes de nuestro tiempo, la militancia puede ser válida. Ello no necesariamente implicará que el historiador transgreda la ética o transparencia historiográfica.

De hecho, es eso lo que más se puede destacar de Tzvetan Todorov: asume una posición, la justifica y utiliza una metodología para defender su postura. El autor utiliza variadas fuentes para validarse y aboga por una causa que aún hoy tiene incidencia. No es un historiador que estudia el pasado per se, si no uno que le da un propósito ligado a la sociedad en la que está inmerso. Asimismo, el autor reconoce que su historia ejemplar no es una suerte de manual: “dice el dicho que si se ignora la historia se corre el riesgo de repetirla; pero no por conocerla se sabe que es lo que se debe hacer” (264). La conquista de América cuenta con una bibliografía competente. Todorov utiliza una serie de fuentes para respaldar cada afirmación y, al mismo tiempo, dialoga con exponentes de otras disciplinas para complementar las citas (160).

Esta obra es un buen trabajo historiográfico. El autor no ha olvidado que son los hechos los que dan forma a las estructuras y que, al mismo tiempo, los hechos se ven influidos por estructuras anteriores. Aúna una historia de grandes personajes con la microhistoria. Y aún más importante que todo lo anterior, La conquista de América no es un libro que estudie el pasado por mero gusto: Todorov se plantea una función social y, en nuestra opinión, la cumple a cabalidad, pues su obra efectivamente es capaz de hacer conciencia con respecto a la figura de la Alteridad. Por lo tanto, este libro no debe ser pasado por alto. Como historiadores, aún si nos oponemos a la función moral de la historia, La conquista de América sirve para reflexionar en torno a esa problemática y nos invita a analizar un texto en donde los grandes personajes pueden dar cuenta de la cosmovisión de una época.



La roca y la Charca


Titulo original: The rock and the pool
Autor: Stephen Tall
Año de publicación: 1976
Género: Ciencia ficción
Editorial: Mosaico
Edición: 1977 en la publicación mensual "Espacio" número 4.
Vista Previa: No disponible
Calificación★ ★ ★

La roca y la charca nos sitúa en un mundo extraño, donde los humanos viven casi como animales. No cuestionan, ni intentan producir ningún cambio. Su existencia gira en torno a la comida y la bebida, proporcionadas por una gran roca y un profundo lago. Cada quien consume una cantidad suficiente para mantenerse vivo. Nadie se extiende más allá de lo conocido, pues no es necesario. Así transcurre la existencia de estas criaturas hasta que un día nace un joven que demostrará que esa extraña especie sigue siendo humana.

En adelante, es posible que te encuentres con spoilers. Si no has leído la novela y no deseas leer adelantos de la trama, no sigas leyendo.

La roca y la charca es una narración estupenda de Stephen Tall. Me sorprende que sea tan poco conocida (ni siquiera he podido encontrar una ilustración para poner en el blog). Apenas inicié la lectura, me sentí transportada al universo creado por el autor. Casi pude sentir las sensaciones de hambre y de sed descritas y en mi mente aún rondan imágenes del vasto desierto donde se hayan la Roca y la Charca .Talvez más de alguno encuentre engorrosa la excesiva descripción, pero creo que cuando se intenta recrear un mundo completamente desconocido, esta es necesaria.

Quise buscar una biografía del autor antes de hablar de su posible intencionalidad, pero está díficil. En español hay pocas referencias y lo poco que encontré en inglés era irrelevante para lo deseado. Pero gracias al año de publicación se pueden establecer algunas hipótesis.

Como muestra la información de más arriba, este cuento fue publicado en el año 1976. Es decir, cuando la amenaza atómica aún atormentaba a mucha gente. La roca y la charca refleja ese miedo, pero llegando al extremo: debido a explosiones atómicas, el ser humano ha vuelto a vivir en un estado primitivo. Y no sólo eso, sino que ha creado criaturas más poderosas. Estas criaturas observan como buenos científicos a los humanos, intentando descubrir como una especie tan patética fue algún día la dueña y señora del planeta.
Y parecen a punto de descubrirlo, pues el protagonista (el Alto, como se lo denomina) es el primero en cuestionarse su entorno y en quebrantar las normas. Su intensa curiosidad lo lleva a caminos inexplorados por el resto de pobladores. Con la muerte del más anciano de la comunidad, se marca el final de una era y el posible comienzo de otra mejor. Pero la ambición del Alto es tanta, que se logra percibir que tarde o temprano la comida y el agua escacearan debido al comportamiento irresponsable del joven. Justamente, esa es la historia de la humanidad. Siempre creemos que se está logrando un avance, algo para mejor, cuando muchas veces sólo estamos perjudicando aún más lo que queremos salvar.

Así, esta breve distopia nos enseña una lección que el género de la ficción científica está empeñado en impartir: los humanos debiéramos actuar con mayor cuidado y contemplación. Debemos detenernos a pensar en las posibles consecuencias de nuestros actos. Y que, incluso actuando de buena fe, podemos ser un verdadero elemento destructivo.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Observadores del Pasado: la Redención de Cristóbal Colón

Título original: Paswatch
Autor: Orson Scott Card
Año de publicación: 1996
Género: Ciencia ficción
Editorial: Ediciones B, Colección Nova
Edición: 1996
Traducción: Rafael Marín
Vista Previa: No disponible
Calificación★ ★ ★ 




Siempre me ha gustado leer críticas literarias antes de elegir un libro. En ocasiones siento que simplemente es para terminar llevándole la contraria al crítico, pues siempre termino en desacuerdo con la opinión ajena. Y claro, ahora me ha pasado con el libro Observadores del pasado: la redención de Cristóbal Colón de Orson Scott Card.

La novela narra la historia de un futuro en donde la Tierra permanece en cierta paz, pero después de muchas catástrofes que han dejado la población sumamente reducida. Esta sociedad le da mucha importancia al pasado, pues pueden aprender de él. Por ello, crean una organización llamada “Vigilantes del pasado” que, mediante avanzadas maquinas, pueden observar en detalle todo lo acontecido antes. Tagiri, una observadora de dicha organización, se dedica al estudio de la esclavitud. Un día descubre que una de las indígenas que observa sueña con Tagiri y es capaz de describirla. Eso la hace pensar que con la tecnología apropiada, podrían influir en el pasado y “repararlo”. Para ello se crea el Proyecto Colón, que toma el descubrimiento de América como un importante punto de cambio que se debe modificar. A partir de ello, entran en juego varias interrogantes acerca de la posibilidad de cambiar el pasado y de las implicancias morales de hacerlo.

Lo primero que debo decir de este libro es que está muy bien escrito. Orson Scott Card engancha rápidamente y es uno de aquellos textos que no puedes soltar hasta terminarlo. El lenguaje utilizado en la obra es muy sencillo y las oraciones breves facilitan la lectura de un párrafo tras otro. Y a pesar de que los diálogos son un poco forzados, la novela resulta bastante creíble.

La principal crítica a Observadores del pasado es que carece de rigurosidad histórica. En la página Bibliópolis, Rafael Muñoz Vega incluso afirmó que Card olvidó por completo las “grandes fuerzas económico-sociales que formaron la historia" [1]. Sin embargo, en el libro no se ignoran los grandes sucesos sociales. Es sólo que al autor se muestra más partidario de una Historia poco predecible, en la que cualquier pequeño cambio puede cambiar el curso de los sucesos. Lo cual resulta un ejercicio sumamente útil, pues desestructura la creencia de que las cosas inevitablemente iban a resultar de una manera.  Y claro, facilita el mensaje que Card quiere entregarnos: que podemos cambiar el futuro, que está en nuestras manos cambiar las cosas.

Con respecto a la veracidad histórica de la obra es debido mencionar que Card se basó en los estudios de Tzvetan Todorov para escribir la novela. Es más, gran parte de lo narrado que hace referencia a la vida de Cristóbal Colón o lo sucedido al llegar a América está documentado en La Conquista de América: el Problema del Otro de Todorov

También se ha comentado que el autor manifiesta de manera demasiado ferviente su cristianismo. Y si bien esto es cierto, no creo que sea reprochable. Al contrario, resulta novedoso que un escritor de ciencia ficción no termine tildando a la Iglesia Católica como la culpable de todo mal en la Tierra. Después de todo, presentar al cristianismo como un punto de unión entre indígenas y españoles no  resulta tan fuera de foco. Si los conquistadores hubieran sido cristianos consecuentes, habrían evangelizado sin necesidad de abusar o esclavizar.

Me han gustado también los personajes. Siento que son creíbles; manifiestan opiniones y sentimientos acordes a su carácter. Por una parte, el autor no se dedica a profundizar mucho en su vida personal, lo cual hace la novela mucho más fluida, pues queda claro que no es la vida privada de los personajes lo que interesa. Pero por otra parte, tampoco cae en el error de crear seres robóticos.

Esta novela definitivamente ha quedado entre mis favoritas. Tanto el desarrollo de la trama, como el mensaje que entrega me han dejado fascinada. Se la recomiendo, sobretodo, a quienes estén estudiando historia. O a quienes tengan esperanzas en algún día cambiar las cosas. Porque los grandes sucesos nunca dejan atrás a las personas y a veces, los pequeños detalles pueden cambiarlo todo.

—Cambiamos al mundo —dijo ella.
—Por ahora, al menos —dijo Hunahpu—. Todavía pueden encontrar medios para cometer los mismos viejos errores.